Una de las principales premisas del Camino del Guerrero que aprendí de Carlos Castaneda fue la Libertad. Definió la libertad como la posibilidad de percibir no solo el mundo que se da por sentado, sino también de experimentar todo lo demás que es humanamente posible lograr.
Cuando Miles y yo conocimos a Castaneda hace veinticinco años, queríamos ser libres. Pero realmente no sabíamos de qué queríamos liberarnos. La búsqueda de la libertad para percibir y experimentar sin limitaciones nos llevó a un largo viaje de descubrimientos internos y cambios de vida. Nos preguntamos, ¿qué es la libertad? ¿Cómo se ve en la vida diaria? Las respuestas son complejas, multifacéticas y en constante evolución.
Castaneda escribió:
“Buscar la libertad es la única fuerza impulsora que conozco. Libertad para volar hacia ese infinito. Libertad para disolverse; despegar; ser como la llama de una vela, que a pesar de estar contra la luz de mil millones de estrellas, permanece intacta, porque nunca pretendió ser más de lo que es: una mera vela ”.
Como ejemplo, reflexionemos sobre la libertad en el contexto de la identidad de género. Nuestra identidad de género se nos da al nacer, de acuerdo con nuestra anatomía externa. Desde el primer día estamos condicionados y moldeados según los parámetros que nuestra socialización asigna a esa identidad de género: quiénes podemos ser, cómo comportarnos, nuestros pensamientos, sentimientos, capacidad para expresarnos, cómo vestirnos, qué trabajos tener, como amar. Cada uno de nosotros fue y es afectado por el condicionamiento social en un grado diferente quizás, pero el condicionamiento es omnipresente.
Desde muy joven me enseñaron a ayudar a mi madre con las tareas del hogar que incluían hacer las camas de mi hermano mientras jugaban afuera. Yo también quería jugar al fútbol al aire libre, pero no era correcto que una niña se ensuciara los zapatos y se lastimara las piernas. En la cena familiar también quise expresar mis pensamientos como lo hicieron los niños, pero me hicieron callar. Estaba condicionada a creer que los hombres eran más importantes y que cuando los hombres hablan, las mujeres los escuchan con atención y no al revés.
Es ese tipo de condicionamiento el que interfiere con nuestra libertad, aunque las circunstancias pueden ser diferentes para cada individuo.
Por ejemplo, una mujer puede estar condicionada a trabajar duro para alcanzar una carrera de alto perfil, mientras que en realidad tiene un deseo profundo y oculto de ser madre y ama de casa. En muchas culturas, a las mujeres sin carrera profesional se les da muy poco valor. Y en otras culturas, a las mujeres sin marido se les da poco valor.
Un hombre puede embarcarse en la búsqueda de ser un exitoso abogado de alto perfil, mientras que su verdadero deseo es ser artista o músico. Estaba condicionada a creer que el arte no traerá éxito. A veces, nuestro condicionamiento social es tan fuerte que no sabemos hacernos las preguntas que nos permiten perseguir nuestros verdaderos intereses y pasiones, al tiempo que nos permiten luchar por la realización de nuestro verdadero potencial y vivir una vida de satisfacción y alegría.
Rara vez tenemos el espacio interno para preguntarnos ¿Quién soy yo? ¿Qué quiero? Para que estoy aqui Preguntar sin sentir las prisas por complacer las exigencias de nuestro entorno o lo que nos había impuesto. ¿Ya has descubierto tu verdadero yo? ¿Ha preguntado qué desea, resultados son sus pasiones y sus sueños? O, como diría Carlos Castaneda: “¿Vas por un camino que tiene corazón?. ¿Está trabajando para liberarse del enredo de las expectativas de los demás y las ideas de lo que es apropiado y aceptable?
Reconozcamos, en el contexto de nuestra identidad de género, que la biología de hombres y mujeres es diferente. Tenemos el MISMO VALOR, y debemos tener los MISMOS DERECHOS de ser nosotros mismos, las mismas oportunidades de estudiar, de tener carreras, de cumplir nuestros sueños como individuos, más allá del género. Ser tratados con justicia y respeto por nuestra sociedad. Sin embargo, nuestros cerebros funcionan de manera diferente y, a menudo, nuestros deseos y formas de realización son diferentes.
Al elegir seguir lo que está realmente oculto en nuestro interior, nuestro deseo del corazón es un proceso de descubrimiento y coraje. Es el viaje del héroe, el guerrero que quiere romper el dominio del condicionamiento y las reglas implantadas en nuestro cerebro, romper el piloto automático latente de hábitos y repeticiones, y estar vivo, ser auténtico y leal a el propósito de nuestras almas.
La libertad es elegir ser TÚ como el ser único que eres, incluso si las personas a tu alrededor desaprueban tus elecciones; se trata de perseguir tus sueños, a pesar de los obstáculos. Significa aceptar quién eres realmente, no esconderlo, fingirlo o avergonzarte por ello. La libertad tiene un precio: deberás asumir la responsabilidad de las decisiones que tomes, mantener el enfoque y mantener tu propósito sin darte por vencido.
Sí, a veces es difícil en nuestras vidas cambiar de rumbo y perseguir nuestros verdaderos deseos, pero es una tarea que vale la pena. Te invitamos a considerar estas tres preguntas abiertas:
- ¿Alguna vez cambiaste conscientemente el curso de tu vida porque escuchaste a tu verdadero yo?
- ¿Qué obstáculos encontraste en el camino?
- ¿Este viaje enriqueció tu vida?
Comparte tu historia si puedes. ¡Gracias!
Sinceramente,
Aerin